Este artículo ha sido escrito por Riccardo Volpato, que ha querido contarnos su aventura en bicicleta desde Xi’an a Kunming.
Llegué a China con un programa de intercambio universitario, y, tras varios meses estudiando en Beijing, descubrí que las fechas de los exámenes me dejaban mes y medio libre para explorar este enorme país. Decidí hacerlo en bicicleta para poder visitar libremente grandes ciudades, pueblos tradicionales y valles vírgenes.
Planear el viaje en Beijing y prepararse en Tianjin
Fascinado por los relatos de viajes sobre la belleza natural de Yunnan (云南), elijo como destino final Kunming (昆明), la capital de la región. Al ser consciente de la imposibilidad de pedalear (a mi lento ritmo de observador) los 2.700 km que separan Beijing de mi destino, decido comenzar mi viaje en Xi’an.
Con la intención de probar mi equipo improvisado de ciclismo, opto por pedalear hasta la vecina Tianjin para enviar la bicicleta desde allí y tomar el tren a Xi’an.
Mi bicicleta saliendo de la ciudad contaminada de Beijing
Encuentro mucho tráfico en el camino entre las dos ciudades más cercanas de China. A mi alrededor, el paisaje queda sofocado por el aire viciado de las fábricas cercanas. En el camino, paso una noche en Songzhuan (宋庄), famosa por ser la nueva colonia de artistas chinos.
Se puede acceder al laberinto que conforman las casas de los artistas, pero es una exploración bastante aburrida. En cualquier caso, esta colonia creativa se está convirtiendo en un centro comercial de arte a gran velocidad.
Para hacer más agradable la continuación de mi viaje de prueba, pienso en Yu Xian (雨纤), animado compañero de pedaleo conocido a través de WarmShowers, el Couchsurfing de los ciclistas.
Una vez en Tianjin, tras un primer día de descanso, me dedico al envío de la bicicleta. Ante la ignorancia de la población local, Baidu (百度) me ayuda a encontrar toda la información. Tras un poco de insistencia, los somnolientos empleados de China Railway Express (CRE, 中铁快运 Zhongtie Kuaiyun) deciden ayudarme en mi intento. Desmontamos las partes más delicadas y empaquetamos la bici con cuidado mientras charlamos sobre el clima de la zona. Relleno los formularios necesarios y pago con gusto los 80 yuanes de un servicio óptimo.
Llegada a la cima del monte Qinling
De Xian a Chengdu: una China aún anónima, fascinante y en rápido cambio
Revigorizado gracias a los variados snacks del barrio musulmán de Xi’an, comienzo mi verdadera aventura. Salir de grandes ciudades en bicicleta siempre es frustrante. Salir de las grandes y sofocantes ciudades chinas es aún peor. Tras una mañana para olvidar, conozco a dos jóvenes estudiantes que me invitan a seguirlos en su ciclo-escalada del día.
Sin saberlo y desentrenado, me encuentro con 1.500 metros de desnivel en tan sólo 30 kilómetros. Mi lento arranque se ve recompensado por las hermosas vistas del monte Qinling (秦岭山), cuenca natural entre la llanura de Guanzhong (关中) y el valle del río Han (汉河). Dejar atrás el calor de Xi’an y subir a la cima siguiendo la verde vía nacional G210 es una agradable aventura sea cual sea el medio de transporte elegido.
Me dirijo a Chengdu – mi primera parada intermedia – así que abandono esta vía para entrar en la G108, de tráfico más denso. Siguiéndola, se llega a cuatro ciudades chinas de tamaño mediano: Hanzhong (汉中), Guangyuan (广元), Mianyang (绵阳) y Deyang (德阳). El desarrollo urbanístico dirigido por el Estado les da una apariencia un poco deprimente y hace que sea difícil diferenciar una ciudad de otra. Los suburbios son lugares en obras, polvorientos y desagradables de atravesar en bicicleta.
Banda en la plaza de Chengbu 成部, cerca de Hanzhong 汉中
Alejándome lo bastante, encuentro numerosas aldeas cuyo único indicio de desarrollo es la gran cantidad de alimentos a la venta en la única tienda de la zona. Entre estos pueblos, destaca por su belleza e historia el puerto de montaña de Jianmen (剑门关, Jianmenguan, literlamente «Pasaje de la puerta de la espada»). Junto al antiguo torreón que data de la época de los Tres Reinos (obviamente reconstruido en numerosas ocasiones, la última en 2009), se encuentra un pintoresco pueblo turístico.
Tras una plácida noche, me pongo otra vez en marcha con mis nuevos compañeros de carretera a los que conocí el día anterior en el borde de la calzada. Como la gran mayoría de los ciclistas con los que me he cruzado, mis nuevos amigos se dirigían a Lhasa (拉萨), el principal centro de peregrinación chino. Cuanto más me acerco a la meseta tibetana, más peregrinos veo, desde simples caminantes a autoestopistas. Por desgracia, la burocracia china hace que sea muy difícil para nosotros, los laowai, participar en esta clase de aventuras.
Bajo una lluvia propia de latitudes tropicales, llego a Chengdu (成都) agotado por el pedaleo y por el famoso olla picante de Sichuan (四川火锅). A quien quiera probar esta especialidad de la zona sin comprometer sus planes de turismo, le aconsejo encarecidamente que se detenga antes de la verdura. Los vegetales absorben los aceites más picantes de la olla y suelen servirse al final del almuerzo, siendo capaz, literalmente, de quemar cualquier forma de vida intestinal.
Me quedan pocos días de pedaleo, así que decido abandonar el último tramo de la G108 y dirigirme al sur hacia Panzhihua (攀枝花) en autobús. Con un recargo de tan sólo 30 yuanes, llevar conmigo la bici no es problema. Seco, descansado y con gran emoción, me preparo para llegar a la tan esperada ciudad de Yunnan (云南).
Así me ha dado la bienvenida Yunnan
Llego a Yunnan
Atravesando una carretera provincial desde Panzhihua, llego a Lijiang (丽江) tras tres días de bicicleta. La primera parte del camino podría recibir el apelativo romántico de la senda de la fruta. Valle tras valle, se extienden cultivos de mango, pera y uva. Junto a la carretera hay un sinnúmero de puestos más o menos artesanales propiedad de los agricultores locales. Todos venden exactamente el mismo tipo de fruta pero se distinguen por la calidez de su sonrisa.
Si la primera parte me ha resultado idílica, la segunda ha sido una pesadilla pasada por agua. Al llegar a Yongshen (永胜) a mediodía, decido intentar llegar a Lijiang por lo noche a pesar de desconocer la altitud de la carretera. Lo que me encuentro son 30 kilómetros de ascenso en una tarde fría y lluviosa. Al llegar al hostal por la noche, echo en falta ropa seca y motivación.
Mientras mi equipo se seca, tomo parte en una expedición a la cercana Montaña Nevada del Dragón de Jade (虎龙雪山, Hulongxueshan). Para llegar a estos hermosos parajes, pasamos por la antigua ciudad de Baisha (白纱). Mucho menos transitado que el centro histórico de Lijiang, este antiguo pueblecito ofrece atisbos de las minorías étnicas de la zona.
Mi grupo de expedición en Baisha
Mi nuevo compañero de carretera me ayuda a dejar el hostal y ponerme de nuevo en marcha. Es un chico coreano que acaba de graduarse y ha decidido llegar en bicicleta hasta Noruega. En el camino hacia Dali, Yunnan se revela en toda su belleza. Poderosas montañas, valles de bancales y pueblos de casitas chinas sin contaminar hacen que pedalee con la boca abierta durante muchos kilómetros. Por la noche paramos en Shaxi (沙溪), antigua etapa intermedia de la desaparecida ruta que llevaba el té de Yunnan al Tíbet. Hoy está, irónicamente, lejos de las principales carreteras de la zona, lo bastante como para tener el casco antiguo más representativo e intacto de la región.
Con tanta belleza a nuestras espaldas, nos dirigimos de nuevo a la G214. En poco tiempo llegamos a las orillas del lago Erhai (洱海). Un viaje maravilloso de 40 kilómetros entre el gorgoteo del agua y los pescados a la brasa nos lleva a la antigua ciudad de Dali (大理 古城).
Mi amigo coreano y yo en la orilla del lago Erhai
Bañada por el lago y protegida por el monte Cangshan (苍山), Dali ha atraído a una amplia comunidad de espíritus artistas y creativos tanto chinos como extranjeros gracias a su bajo coste de vida. El grado de comercialización de la zona está, sin embargo, reduciéndose. Encontramos alojamiento en el laboratorio de Fabrizio, viajero italiano con una larga lista de oficios y países de adopción, donde compartimos historias de nuestros viajes y participo en una «tarde experimental de pintura sin autor”.
Inmerso en esta dimensión surreal, conozco a muchos jóvenes chinos de mente abierta, crítica e innovadora. Hablando con ellos, descubro que en China no sólo crece el número de infraestructuras, sino también el de ideas críticas.
Tocando la trompeta extasiado en el «Laboratorio»
Cautivado por el lugar, paso aquí mis últimos días libres y, con un visado peligrosamente cercano a su fecha de vencimiento, no me queda más remedio que llegar a Kunming en tren.
Conclusión
Explorar china en bici ha sido sorprendentemente fácil y seguro. Mi conocimiento básico del idioma me ha ayudado a no perderme y los lugareños me han echado una mano cuando he tenido problemas con la bicicleta. El principal inconveniente ha sido una intoxicación alimentaria debido a las malas condiciones de higiene de los alimentos de los pueblos. Pero mi intestino vacío ha sido compensado con creces por un corazón lleno de nuevos amigos y buenos recuerdos.
Photo Credits: Photos by Riccardo Volpato