Old School BW by Michael Garrigues
Érase una vez en China
Escoge un grupo de ancianos, cuanto más somnolientos estén mejor, y llévalos a un parque público a hacer ejercicios de, uhm, gimnasia sincronizada o algo parecido. Eso sí, ¡que los movimientos sean muy muy leeeentos! Esta es la imagen que tenemos en occidente del Tai Chi, donde sin embargo se lleva practicando durante décadas. Algunos te dirán que es parecido al Yoga, otros que es un tipo de meditación y los más atrevidos lo compararán con un baile exótico.
Esto se debe a que el Tai Chi se presta a malentendidos, comenzando desde su nombre: la transcripción más acertada sería “Taiji Quan”, traducido generalmente como «boxeo de polaridad extrema». En esta definición la palabra más importante es Quan, que nos recuerda que el Taiji Quan debe considerarse un arte marcial y por lo tanto, esto implica que entre sus objetivos originales el principal sea la defensa personal, es decir, la forma moderna y políticamente correcta de definir el hecho de dar una paliza a la gente. ¿Y esos movimientos elegantes en círculo que tu abuela dibuja con las manos en el aire mientras intenta seguir el ritmo de su grupo de Tai Chi? No son otra cosa que posiciones de defensa, ganchos, palancas, proyecciones y golpes a la garganta y a la entrepierna.
Es evidente que la mayor parte de los participantes a estas clases ignora estas aplicaciones y, además, no tendría ninguna capacidad (o intención) de ponerlas en práctica, ya que vivimos en un mundo civilizado donde la gente va a al parque para relajarse y no para pegar a nadie. A esto hay que añadir que el estilo más difundido de Taiji Quan en el mundo sea el estilo Yang, que hace hincapié en la lentitud de los movimientos y esconde muy bien su potencial marcial.
En cambio, el estilo Chen, otra forma de practicar Taiji Quan, mezcla movimientos lentos y sinuosos con cambios de dirección improvisados, golpes potentes, saltos y patadas típicas de la tradición marcial china. Sin embargo, se ha comenzado a dar a conocer al gran público décadas después respecto al estilo Yang, y por lo tanto, su práctica es menos común en los gimnasios y es menos conocido entre la gente.
Aún así, de entre lo dos estilos, el Chen es el más antiguo: su limitada (pero creciente) popularidad se debe a que hasta el inicio del siglo pasado el único lugar donde era posible aprenderlo se encontraba en un pequeño pueblo de la China rural, cercano al Rio Amarillo, llamado Chenjiagou (陳家溝). Allí, en el siglo XVII, el general Chen Wangting creó un estilo de combate propio, uniendo probablemente la amplia experiencia adquirida durante años de batallas y la filosofía taoísta. Así, entre campos de cereales y pasto, el estilo se habría pasado de generación en generación rigurosamente dentro de la familia Chen. En este lugar, un maestro de una época posterior decide romper con la tradición y enseñar Taiji Quan a un alumno interesado pero no perteneciente al clan, permitiendo así la creación de otros estilos y la difusión de este arte marcial en todo China.
De entre todas las leyendas que se conocen sobre monjes taoístas, inmortales, magos, la mayor parte de los historiadores y expertos en el tema están de acuerdo en que este sería el origen real del Taiji Quan. También es uno de los motivos por los que el remoto pueblo de Chenjiagou en Henan es considerado en todo el mundo el Jerusalem del Taiji Quan, el lugar donde nació este arte marcial y donde los practicantes más devotos sueñan con ir un día a beber de la fuente original del conocimiento y presumir delante de los novatos una vez de vuelta en casa.
Otra razón fundamental reside en el hecho de que en este pueblo, en los últimos siglos, hayan continuado a viviendo y a enseñando los más diestros y famosos maestros de Taiji Quan que se pueden encontrar en el mundo.
En tierra salvaje
Todo sería mucho más cómodo si Chenjiagou no estuviera en China, pero también sería mucho menos divertido. Si tu también eres uno de esos fans que sueñan con tocar con la mano el polvo pisoteado por Chen Wangting y experimentar la emoción de practicar con las super estrellas del Taiji Quan, la primera parte de la etapa comienza en Zhengzhou, capital de la provincia de Henan.
Zhengzhou es la clásica metrópolis china con unos pocos millones de habitantes y prácticamente sin ninguna atracción turística. Sin embargo, es un centro importante de la red ferroviaria del país, por lo que es muy fácil llegar desde cualquier ciudad grande de China. Si tienes prisa por comenzar tu entrenamiento, el mejor medio es seguramente el tren de alta velocidad: tiene salidas frecuentes y normalmente no es necesario reservar. Desde Beijing tarda más o menos tres horas y media y su precio ronda los 35 euros.
El tren convencional es más barato pero evidentemente más lento; podrías tardar toda una noche o medio día y además podría estar a rebosar de gente. Otra posibilidad es el avión, que cuesta más que el tren de alta velocidad (sobre los 100 euros) y debería ser más rápido, pero teniendo en cuenta los tiempos de espera y los retrasos te lo aconsejo sólo si la primera opción no es posible.
Cuando hayas llegado a Zhengzhou, deberás ir a la estación de autobuses de largo recorrido o “Er ma lu zhan”: no está muy lejos de la estación de trenes «lentos» y podrías incluso ir a pie, mientras que si llegas a la ciudad con el tren de alta velocidad o en avión, tendrás que coger un taxi. Una vez en la estación, busca el autobús con destino Wenxian. Salen con bastante frecuencia por lo que si no tienes prisa puedes esperar a encontrar uno que tenga buenas suspensiones, ya que el viaje durará al menos un par de horas.
Como alternativa, mucho más cara, está tomar un taxi hasta Wenxian o Chenjiagou: si has tenido contacto con algún maestro antes de tu llegada seguramente te habrá sugerido esta posibilidad. En cualquier caso, si tienes la esperanza de llegar a alguna parte, acuérdate de llevar siempre contigo los nombres en chino de los destinos, incluidos los nombres de las estaciones de tren o autobús: ni los taxistas ni lo conductores de autobús hablan inglés, y por mucho que te esfuerces con la pronunciación a ellos les resultará incomprensible.
El viaje a Wenxian es por si solo emocionante, tras dejar a tus espaldas la metrópolis y atravesar el Río Amarillo, tendrás la impresión de haber hecho un viaje hacia atrás en el tiempo y de entrar en un territorio absolutamente «rústico», donde el color verde de los campos de cultivo se funde con el rojo de la tierra desnuda y de las cuencas de contención, mientras las referencias a las artes marciales comienzan a surgir como elementos decorativos a lados de la carretera.
Wenxian es una «ciudad» más bien pequeña y una vez allí será necesario que cambies de medio de transporte. Se trata de un trayecto de unos diez minutos, por lo que puedes adaptarte a cualquier medio de transporte que te propongan: coche, furgoneta, apecar… la imaginación de los taxistas chinos improvisados no tiene límite. Mostrar tus maletas y tu pinta de occidental despistado será suficiente para encontrar a alguien que se ofrezca a llevarte Chenjiagou por un módico precio; en este caso no será necesario explicar nada al conductor, todos los turistas que llegan Wenxian están de camino hacia Chenjiagou. Tras varios kilómetros la carretera pasará a ser de tierra y estarás totalmente rodeado por campos de maíz.
El primer pueblo que encontrarás sera tu destino: Chenjiagou, “Birthplace of Taiji Quan”, como se puede leer en el cartel de señalización en la entrada del pueblo.
El pueblo
“Chenjiagou”, o “el foso de la familia Chen”, toma el nombre de un cauce que bordea el pueblo. El lugar es más bien pequeño y a simple vista no presenta muchas comodidades: una sola carretera asfaltada, construcciones de todas las épocas pero ninguna de interés arquitectónico, algún edificio más moderno y muy, muy feo, un par de tiendas de alimentación y quizás una minúscula sala de te. Las posteriores observaciones no mejorarán esta primera impresión.
Falta alumbrado en las calles, no hay ni un sólo restaurante decente y de vez en cuando tendrás que apartarte para dejar paso a un pequeño rebaño de ovejas. El polvo está por todos lados, cubre las calles, los alféizares, las sábanas colgadas mientras se secan, incluso se habrá fijado en tu frente sudorosa. Si has ido de vacaciones, lo más seguro es que te hayan timado. Si en cambio has llegado impulsado por la única explicación plausible, es decir, tu pasión por el Taiji Quan, en el centro del pueblo podrás visitar un parque dedicado al Taiji y a sus orígenes, un museo y algunas pequeñas tiendas de equipamiento deportivo pero bien surtidas y baratas.
En cuanto a la posibilidad de realizar un entrenamiento intensivo, en Chenjiagou te será difícil elegir entre todas las opciones: justo en el centro del pueblo encontrarás la escuela «oficial» del pueblo dirigida actualmente por Chen Xiao Xing y su hijo Chen Zi Qiang, mientras que a unos pasos encontrarás la escuela de Chen Zhao Sen y la de Zhu Tian Cai, otros maestros de fama mundial. En la entrada del pueblo, justo detrás del cartel mencionado anteriormente, encontrarás en cambio la nueva escuela de Chen Bing. Hay infinidad de escuelas de menor tamaño y fama, pero siempre de óptimo nivel.
Los niños y jóvenes de Chenjiagou asisten a las escuelas de Taiji Quan de forma casi permanente, ya que para ellos las artes marciales representan la alternativa más atractiva a una dura vida de trabajo en los campos. Además de los residentes locales, todas estas escuelas, según tengo entendido, acogen durante periodos más o menos largos ya sea a estudiantes chinos que a extranjeros; si los primeros son privilegiados por el hecho de conocer el idioma, los segundos son seguramente bien acogidos ya sea por la oportunidad de difundir la fama de la escuela en el mundo que por lo dólares con que pagan los entrenamientos.
De todas maneras, es posible y aconsejable entablar contacto por e-mail antes de partir, al menos para pedir información sobre el precio del curso y el alojamiento. Con el fin de evitar una amarga decepción, ten en cuenta que en general el hecho de alojarse y entrenarse en la escuela de un maestro famoso no equivale necesariamente practicar con ese maestro, a no ser que se pida específicamente y se esté dispuesto a desembolsar una cuota adicional bastante importante. De hecho, no hay que dar por descontado que verás al maestro, visto que muchos maestros de Chenjiagou pasan buena parte del año inmersos en tours dando la vuelta al mundo: ¡mejor informate antes!. Por otro lado, las tarifas son mucho más bajas que los que solicitan practicar con los mismos maestros en Europa, y, en su ausencia, los instructores autorizados para enseñar en Chenjiagou tienen todos un nivel altísimo.
Días de gloria (y sudor)
Para satisfacer mi sed de Taiji Quan, me he puse en las manos del maestro Chen Bing: generación XX de la familia Chen, con una sólida reputación y numerosas posibilidades de verlo sucesivamente incluso cerca de casa, ya que suele viajar a menudo. Por lo tanto, sólo puedo describir como es la experiencia en su escuela, pero hablando con otros que han elegido una experiencia diferente, no me parece que haya grandes diferencias, ya que al fin y al cabo estamos en reino de la tradición.
La escuela es una construcción bastante reciente de tres pisos, con habitaciones que asoman al patio interno, un comedor común y un gran gimnasio. Durante mi visita la frecuentaban cerca de un centenar de jóvenes alumnos fijos, provenientes de Chenjiagou y sus cercanías, y una decena de invitados sobretodo chinos. En cuanto al alojamiento, la escuela de Chen Bing tiene fama de ser particularmente adecuada a las exigencias más demandadas por los invitados occidentales. Imagino que esto hace referencia al hecho de que algunas habitaciones tienen aire acondicionado (indispensable en verano), porque por el resto no hay muchas comodidades: dos camas, una mesilla, un baño y una buena cantidad de suciedad que limpiar antes de que pueda ser considerado un espacio habitable. También aquí el polvo se acumula en todas las superficies y entra en cada grieta, cosa que contribuye en gran parte a la sensación de suciedad.
Afortunadamente no tendrás tiempo ni fuerzas de hacer caso a las condiciones higiénicas: la vida de los aprendices de Taiji Quan, chinos o extranjeros, sigue una rutina intensa. El día comienza pronto por la mañana con un desayuno a base de verduras y pan al vapor para continuar con un entrenamiento en el gimnasio o en el patio hasta las once y media. Acto seguido, comida a base de verduras y arroz, tres horas de descanso y después de nuevo entrenamiento hasta la noche, y para finalizar la jornada, una buena cena a base de verduras y arroz. A veces, junto con las verduras, la premiada cocina del pueblo ofrece un trozo de tofu apestoso (stinky tofu), un huevo cocido o una cabeza de gallina, justo para mantenerte en forma. En el caso de que extrañamente no te gustase la cabeza de gallina o la monotonía del menú te hiciera tirarte de los pelos, siempre tendrías la posibilidad de ir a Wenxian o visitar la tienda de alimentación donde, a tu cuenta y riesgo, podrás completar la dieta con algún producto local. Pero no estás allí para engordar, ¿cierto?.
Estás en Chenjiagou para sudar, y te aseguro que sudarás hasta mojar cada milímetro de la camiseta, ya sea si has elegido el entrenamiento personal con algún maestro de fama mundial o si te has acontentado con practicar en grupo o bajo la tutela de un instructor. En todo caso, comenzarás el día con una sesión de calentamiento y estiramientos para después repasar en grupo la formas base del estilo Chen en el patio o en el gimnasio. Una vez hecho el calentamiento, tendrás la posibilidad de profundizar otras formas o de ejercitarte con los mejores aprendices de Taiji Quan del mundo, entrenando todo el día con las manos desnudas o con armas, practicando tu shou o con alguno que sea capaz de responder a todas tus preguntas sobre Taiji Quan. Esto será posible siempre que sepas hablar chino, está claro, porque no te esperes poder hablar en inglés con más de tres o cuatro personas dentro de la escuela.
En cuanto a la disciplina: nadie te vendrá a buscar si decides dormir hasta tarde o te obligará a hacer los entrenamientos, nadie te dirá como vestirte o de que color tiene que ser tu camiseta, pero será de sentido común prestar atención a los instructores y no poner a prueba su gran paciencia. Por otro lado, todos los alumnos parecen estar dispuestos a colaborar y a enseñar el poco o mucho Taiji Quan que conocen, con poquísimo o ningún sentido de competición, todo estás dispuestos a escuchar y ser respetuosos con quien practica con empeño.
Si tras seis o siete horas de entrenamiento diario piensas que todavía no estás lo suficientemente cansado, siempre podrás unirte al grupo de los alumnos locales. Gracias a la energía de la juventud y al hecho de haber practicado Taiji Quan literalmente toda su vida, estos adolescentes representan la élite de la escuela y se preparan para convertirse en la próxima generación de maestros sometiéndose cada día a los entrenamientos más duros, desde las primeras luces del alba a bien entrada la noche. Verlos será suficiente para llenarte de entusiasmo y sobrecogimiento.
Una cosa a tener en consideración son las condiciones atmosféricas: Henan se caracteriza por tener un clima continental, con inviernos duros y veranos muy calurosos. En cualquier caso, el sufrimiento está asegurado, ya que como te puedes imaginar el gimnasio no está equipado con calefacción ni aire acondicionado, y te tendrás que entrenar con varias capas de jerseys o, al contrario, prepararte a beber continuamente para rehidratar tu cuerpo del sudor que chorrea hasta el suelo. Al anochecer soplará a menudo el viento, levantando nubes de polvo rojo que darán al pueblo un aspecto irreal y que cubrirá de nuevo todos los rincones.
Resumiendo
Mientras practicas un relajante Tai Chi en el parque con tu abuela el domingo por la mañana o limpias con cuidado la suela de las zapatillas antes de entrar en el gimnasio para no estropear el parqué, te podrías preguntar si realmente vale la pena ir hasta la otra parte del mundo para hacer tanto esfuerzo, para en realidad repetir los mismos ejercicios que puedes hacer tranquilamente en tu casa. Evidentemente no te puedo dar una respuesta tajante: es verdad que en Chenjiagou se encuentran los mejores maestros, pero también es cierto que para comenzar a notar una evolución real en el estilo del Taiji Quan habría que quedarse en Henan durante meses, por no decir años.
Sinceramente, no volverás como maestro, y de hecho, después de compararte con los mejores en el campo, incluso se te irán las ganas de fanfarronear. La verdad es que mientras estás concentrado meditando en la postura del árbol y pasa un rebaño de ovejas delante de ti, o estás repitiendo por centésima vez a Lao Jia intentando comprender porqué tu cadera no está aún suficientemente relajada y tu puño nunca es lo suficientemente potente, mientras pisas y saltas sobre un suelo lleno de polvo y escupitajos, o miras a los niños de Chenjiagou como vuelven del entrenamiento con una sonrisa en la cara y las camisetas cubiertas de barro, no te harás este tipo de preguntas. Estás allí y tras esa experiencia nunca volverás a pensar en Taiji Quan de la misma manera y sabes que ha valido la realmente la pena.
Photo Credits: Photos by Luca Magnabosco
Fantástico articulo, lastima que soy muy mayor, casi viejo diría yo, si no me plantearía un viaje a este mundo totalmente diferente al nuestro.
Gracias.
Gracias Jose Maria por el cometario. Nunca es tarde para estos viajes ; )