Hoy entrevistamos a Gessica Cipriano, profesora de danza clásica en Jishou, una ciudad situada en la provincia de Hunan.
Si quieres saber más sobre Gessica y su aventura en China, puedes echar un vistazo a su canal de Youtube.
Trabajar en una universidad china
Gessica, antes que nada, gracias por aceptar responder a mis preguntas. Muchas personas nos preguntan cómo encontrar trabajo en China, así que empecemos por eso. ¿Cómo lograste que te contrataran como profesora de danza clásica en una universidad china?
Desde 2015 estuve viajando a Estados Unidos y un poco a Alemania para ver qué tipo de oportunidades laborales podía encontrar en el extranjero en mi campo, y había soñado mucho con esos dos posibles destinos. De hecho, nunca había pensado en China y no sabía nada al respecto.
La oficina internacional de la universidad, en la primavera de 2017, vio mis perfiles profesionales en línea y me contactó porque tenían vacante el puesto de profesora de danza clásica y me preguntaron si estaba interesada en optar a él.
Al principio pensé en rechazar la propuesta porque aunque estaba dispuesta a viajar y marcharme a otro país, nunca había considerado ir a Asia, aparte de Japón y solo por razones turísticas.
Pero creo que China me “llamó” de una manera metafísica inexplicable, porque a pesar de que mi lado racional se negaba a considerar la idea, mi subconsciente se dejó notar con repentinos episodios de insomnio nocturno, ensoñaciones y fantasías sobre aquel mundo tan lejano y misterioso.
Así que después de varias noches sin dormir, empecé a buscar más información en Internet sobre esta universidad, Jishou y la provincia de Hunan. La información no era muy detallada, pero a pesar de ello, decidí iniciar los procedimientos para proponer mi candidatura.
¿Tuviste problemas con el visado de trabajo?
La preparación de la candidatura fue larga y agotadora, porque recibí instrucciones fragmentadas y en ocasiones inexactas. No me enviaron una lista completa de los documentos que debía proporcionar, sino que cada semana me pedían documentos nuevos o que volviera a enviar los certificados de manera diferente, por lo que tardé casi tres meses.
Tuve que enviar mi currículo, una carta del anterior lugar de trabajo, las copias de mis títulos sellados en la oficina de correos y sus traducciones al inglés (después de traducirlos todos, me pidieron que los tradujera también a chino, pero me pedían casi mil euros en una agencia, así que insistí en enviar las copias en inglés), el certificado de antecedentes penales, varias revisiones médicas que pagué de mi bolsillo (que me hicieron repetir cuando llegué a China, aunque insistí en que las pagara la escuela) y un primer paso para solicitar el visado en Milán (porque soy de Turín), además del visado para entrar en China, que encargué a una agencia.
Para el puesto de profesor de danza clásica, se requiere un grado en danza o un grado de otro tipo y un diploma de una academia de danza de prestigio internacional. En mi caso, en Italia no hay una universidad donde se estudie danza por desgracia, pero tengo un título en Psicología de la Salud y un diploma de profesora de danza clásico-académica obtenido en el Teatro de la Scala de Milán, por lo que pude cumplir con los requisitos.
Antes de ir a Jishou, bailé de forma profesional en Italia, Francia, Alemania, Finlandia y los EE.UU., fui coreógrafa en Turín y Nueva York y fundé una escuela de danza en la provincia de Turín, que sigue adelante gracias a la ayuda de una colaboradora y sustituta y a las tecnologías modernas que me permiten enviar vídeos y actualizaciones de material en mi ausencia. Además, voy periódicamente en persona para comprobar el progreso de los alumnos y gestionar los espectáculos, en cuya preparación trabajo a distancia.
¿Por qué elegiste China y, en particular, Jishou?
China me eligió a mí. Y yo, a pesar de la reticencia inicial, sentí que debía aceptar.
¡No eres la primera a la que le sucede algo así! ¿Con qué tipo de alumnos trabajas? ¿Cuál es la diferencia principal entre tus alumnos italianos y tus nuevos alumnos chinos?
En la Universidad de Jishou trabajé el año pasado con los chicos de primer año, 27 chicos y 22 chicas que estudian para convertirse en bailarines profesionales de danza clásica china y bailes tradicionales chinos. Este año estoy enseñando a dos grupos de 21 chicas que estudian para trabajar como profesoras de danza de edades comprendidas entre 18 y 20 años.
Normalmente en las escuelas de danza de Italia hay muchos niños, sobre todo niñas, en edad de guardería y colegio y al subir de edad, los grupos son cada vez más reducidos. Por suerte había tenido anteriormente la oportunidad de enseñar a chicas de entre 17 y 20 años, y me gustó mucho, así que estuve encantada de trabajar con los chicos de JiDa (Jishou Daixue, la Universidad de Jishou).
¿Has tenido problemas para adaptarte a tus compañeros de trabajo? ¿En qué idioma os comunicáis?
Antes de embarcarme en esta aventura, pregunté a la oficina internacional de esta Universidad si las personas en el campus hablaban inglés, y me garantizaron que sí. Desafortunadamente, la realidad resultó ser diferente, ya que hay muy pocas personas aquí que hablen o entiendan el inglés.
En mi departamento hice amistad con dos colegas, una profesora de música que hablaba inglés bastante bien, y otra de danza con la que me comunicaba en un inglés básico. Dentro del campus también hice amistad con estudiantes (no con los míos) con quienes puedo comunicarme.
La mayoría de los alumnos no habla inglés, y algunos saben algunas palabras. Por suerte enseño danza, por lo que no necesito palabras, sino observación, repetición, voluntad y esfuerzo. Muestro repetidamente los movimientos para que les sean claros y comprensibles a los alumnos. Si necesitan una explicación, utilizamos un traductor automático instalado en el móvil.
Todo esto podría dar la impresión de que vivo una vida muy aislada y árida a nivel humano, pero no es así. He podido probar en mi propia piel lo que estudié en la universidad: la psicología y la antropología explican que la necesidad de comunicación humana permite encontrar medios alternativos de expresión y que el lenguaje se considera erróneamente el único medio para comunicarse con éxito.
Por ello, entre la tecnología, las miradas, los gestos, la intuición, hablando inglés muy despacio, chapurreando chino e imitando, «hablo» con los demás y he establecido lazos de amistad (estoy dando a estos amigos clases informales de inglés organizando reuniones en el parque, en la biblioteca o en alguna cafetería a cambio de algunas aclaraciones sobre el incomprensible idioma chino).
Vivir en Jishou, en Hunan
¿Cuándo llegaste a Jinshou? Sé que es una ciudad donde no hay muchos occidentales. ¿Puedes describir tu experiencia?
Llegué a Jishou hace un año, pensando en quedarme un año, pero luego extendí el contrato otro más. El año pasado en el campus éramos cinco occidentales: dos ingleses, un español, una chica estadounidense y yo. El hecho de no ver muchos occidentales no me molesta particularmente. Tengo que decir que, al principio, estaba un poco desorientada cuando iba a las tiendas y no sabía qué comprar ya que muchos alimentos eran desconocidos para mí. También me pasaba cuando no sabía qué tomar en una cafetería o no tenían menú en inglés en un restaurante. Aquí tienen costumbres muy diferentes y sientes que puedes hacer algo raro o incorrecto en cualquier momento.
¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de una ciudad donde casi no hay occidentales?
Una de las ventajas es la posibilidad de vivir la experiencia de entrar en contacto con otra cultura sin mucha interferencia occidental (la hay a través de los medios de comunicación, pero filtrada por su mentalidad).
El principal inconveniente, sobre todo al principio, es que lo que es obvio para mí no lo es para ellos, y viceversa, por lo que a menudo soy (y sigo siendo) fuente de diversión para ellos, que no captan el significado de algunas de mis acciones o reacciones.
Muchos de ellos nunca han visto a un occidental en persona antes, por lo que, sobre todo al principio, se giraban a mirarme con asombro, hablaban con entusiasmo entre ellos sobre mí, algunos me seguían, o en el supermercado estiraban el cuello para ver qué compraba.
A principios del año pasado también sucedían cosas similares en el campus con los alumnos. Se sobresaltaban al verme, susurraban al pasar, sentían curiosidad por lo que pedía para comer en la cafetería, me sacaban vídeos con sus móviles, me hacían fotos por sorpresa levantando el móvil en mi cara con un gesto rápido y preciso o me pedían con educación y timidez hacerse un selfie conmigo, sonrojándose de la emoción.
Luego se fueron acostumbrando, aunque aún hay quien me pide hacerse una foto conmigo (que por lo general rechazo), o le pregunta a quien me acompaña por qué no tengo el pelo negro “como la gente normal”. También he visto a niños que se retan a ver quién tiene valor de acercarse a mí y saludarme.
Sé que has adoptado dos perros “chinos”. ¿Puedes contarme cómo fue?
Sí. Cuando llegué aquí, vi a una perra encadenada detrás del edificio donde la escuela me asignó el apartamento. Vivía sin agua, con una bandeja llena de comida en mal estado, se veía obligada a caminar sobre sus propios excrementos y estaba cerca de un punto de recogida de basura: una montaña de basura a la que la gente arrojaba las bolsas a la espera de que pasara un carro a recogerlas. (Ahora, por suerte, hay un contenedor y el carro pasa todos los días).
La perra parecía muy vieja y enferma, pero era cariñosa, así que solía ir a acariciarla todos los días y le puse de nombre Spicy (picante) porque en ese momento no podía creerme que la gente tomara comida picante en el desayuno, almuerzo y cena, y porque la perra tenía el pelaje rojizo). Un día no quiso que me acercara a ella, y pensé que estaba enferma y que, por suerte o por desgracia, se acercaba su final.
Al día siguiente volvía a estar alegre y… ¡tenía dos cachorros! Dada la delgadez y el mal estado en el que se encontraba, nunca pensé que podría ser joven y estar embarazada. Así que pedí ayuda a dos chicos, que luego se hicieron amigos, para negociar con su dueña y quedármela. La negociación fue dura, larga y agotadora, pero al final compré los perros (a un precio obviamente exagerado), me los llevé conmigo y los cuido.
Uno de los cachorros no sobrevivió, pero el otro se llama Tofu, porque es blanco y chino, y en tres semanas cumplirá un año. Alguien de aquí me dijo que mis perros pertenecen a una raza muy popular en Japón, el shiba inu, pero en China no la conocen, por lo que los consideran perros locales, estúpidos, feos y peligrosos.
De hecho, se parecen al shiba inu, pero ni sé con certeza si esa es su raza ni me importa. Mi plan es traerlos a Italia, y ya he presentado todos los documentos. El procedimiento requiere tiempo, organización y mucho dinero, pero hacen de mi apartamento un «hogar» y llenan mi vida de amor.
Los perros aquí no son muy bien aceptados y, a menudo, se los ignora o maltrata. También hay restaurantes donde sirven carne de perro entre otras especialidades. En general están mal vistos, como animales casi salvajes portadores de enfermedades y suciedad, pues no hay costumbre de domesticarlos y viven en los campos y bosques, por lo que pueden tener la rabia.
Cuando sacaba a pasear a Spicy al principio (Tofu aún era demasiado pequeño para salir) muchas personas al verlo me gritaban o me miraban mal y cambiaban de dirección. Por suerte, también hay varios chicos a los que les gustan los perros, y me hice amiga de ellos.
En China, al menos aquí, tener un perro es un lujo. Significa que tienes tiempo y dinero de sobra, y solo ciertas razas se consideran aceptables: caniches y golden retriever. Los perros de raza pequeña se tienen en jaula en las casas, al igual que muchos gatos (de hecho, un veterinario me recomendó tener al pequeño Tofu en una jaula durante su crecimiento, pero no seguí sus indicaciones).
Solo se aceptan perros en restaurantes muy baratos más similares a puestos de comida callejera y en un par de cafeterías que conozco. Además, no pueden viajar en taxi, autobús (aunque he llevado a Spicy un par de veces) o tren.
¿Cuál es tu ciudad preferida en China?
Aún no he visitado muchas, por ahora solo Jishou, Fenguang, Furong Gen, Changsha, Chengdu, Beijing, Tianjin y Hong Kong. Entre estas, sin duda Beijing y Hong Kong por la internacionalidad artística que puedo encontrar, pero también Chengdu me robó el corazón. Planeo ir a Shanghai, Xi’An, Zhangjiajie, la isla de Hainan y, espero que a muchas más.
Pregunta obligatoria en SDC: ¿cuál es tu plato chino favorito?
Jiaozi fresco y arroz congee dulce. Pero también verduras y tofu (no como carne) en hot pot, en la versión yin-yang, que con el caldo blanco relaja un poco el paladar después de tanto picante.
El canal de Youtube
¿Cómo nació la idea de abrir un canal de Youtube dedicado a China? ¿Qué tipo de contenido publicas/pretendes publicar?
No soy youtuber, pero edito vídeo cuando estoy inspirada y, sobre todo, cuando tengo tiempo. En realidad mi canal siempre ha estado dedicado a la danza, a mis experimentos, creaciones y actuaciones, a mis trabajos, colaboraciones artísticas y a mis jóvenes alumnos de EvolDanza, la Asociación de danza que presido.
Más tarde, añadí a mis alumnos chinos (y estoy en fase de montaje de muchos otros vídeos del Departamento de Música y Danza de la Universidad de Jishou, sobre todo de mis alumnos, pero los compromisos profesionales que tengo hacen que vaya despacio). Recientemente, tras visitar la Gran Muralla China (sección de Mutianyu, sin duda recomendable, ya que rara vez hay grandes multitudes gracias a que está más lejos de Beijing que la primera sección), pensé en ampliar el canal y añadir los momentos más significativos de mis viajes, o mis visitas a exposiciones o lugares que me transmiten emociones particulares.
Tengo incluso en mente una sección dedicada a Spicy y Tofu (mis perros adoptados en Jishou), para compartir su historia increíble y sensibilizar a la gente en el respeto por los animales, un tema que me toca bastante. En China queda mucho por hacer, pero por suerte veo las semillas del cambio en muchos jóvenes.
Gessica, ¡gracias por el tiempo que nos has dedicado a nosotros y a nuestros lectores, y que tengas una buena estancia en Hunan!
PD.: si quieres contactar con Gessica, puedes hacerlo a través de su canal de Youtube.
Photo Credits: Photos by Gessica Cipriano
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