Este año tuve el gran honor de ser invitado al Shijie Han Wenhua Dahui (世界汉文化大会, Simposio Mundial de Cultura Han) celebrado del 24 al 27 de marzo de 2017, como estudiante de chino de la Universidad de Turín y profesor de lengua china en el Instituto de Educación Superior «A. Volta» de Caltanissetta.
Cuando recibí la invitación oficial, debo admitir que me sentí estafado porque consistía en un simple correo electrónico escrito en un inglés un poco extraño y con un simple documento adjunto en Office Word sin ni siquiera sello. Lo más extraño fue sin duda alguna por qué me habían elegido para esta conferencia, ya que mis resultados académicos son normales y, como se suele decir, no he rodado ninguna película.
Pero, lleno de determinación, decidí responder al mensaje de correo electrónico solicitando una invitación oficial por correo para abordar el tema del visado a China, pues dicha conferencia tendría lugar en la Beida 北大 (Peking University) en Beijing.
Tras una simple respuesta del tipo “ok, no problem”, a las dos semanas llegó un sobre a mi casa con sellos oficiales de la Beida y una carta firmada en su interior expresando su deseo de que asistiera a la conferencia.
Además, también me ofrecieron un reembolso parcial de los gastos de viaje, alojamiento y comida durante mi estancia en China. Pensé que en la vida hay que arriesgarse y, sobre todo, invertir. Y luego reflexioné, ¿cuándo volveré a tener una oportunidad así? En mi vida, hasta ese momento, me habían invitado solo a cumpleaños de familiares y de algunos amigos.
Así que con mis ahorros, compré el billete de avión y el visado. Unos tres meses después, llegué a China. Sólo más tarde descubrí que había sido elegido gracias a un par de artículos que escribí el año anterior para una revista académica de forma gratuita, lo que confirma el hecho de que tarde o temprano siempre obtienes recompensa por lo que haces.
Al llegar a China, me esperaban en el hotel reservado dos chicos más o menos de mi edad que había sido instruidos para ayudarme y guiarme durante la estancia. Querían incluso llevarme el equipaje, pero acostumbrado siempre a ir cargado, no les dejé hacerlo.
El hotel donde me alojaba era increíblemente hermoso, de 5 estrellas y no faltaba de nada. Pensé que los chinos son similares a John Hammond en Parque Jurásico: ¡no reparan en gastos! La noche del primer día me llevaron a un restaurante muy lujoso cerca del campus de la Beida.
Me senté en una mesa y esperé. Tras unos minutos comenzaron a llegar los otros invitados al Simposio. Eran unas treinta personas, todos profesores de universidad (en su mayoría chinos, pero también japoneses y coreanos) a excepción de un famoso periodista, un experto francés en medicina tradicional china y un profesor alemán de derecho en una universidad de Beijing.
A mi lado estaba sentado un profesor de chino de una universidad de Taibei, dos profesores coreanos de chino de la Universidad de Seúl, uno japonés de la Universidad de Tokio, otro de Singapur y yo, de Caltanissetta (¿sabéis dónde está? ). Me sentía el protagonista de una broma.
Pero en China todo es posible. Tras un banquete pantagruélico, volví al hotel a dormir.
Al día siguiente me recogieron en el hotel y me llevaron a la sala de conferencias del Lakeview Hotel de la Universidad de Beijing. En cuanto llegué, me encontré con una especie de valla publicitaria gigante que rezaba 世界汉文化大会 (Simposio mundial de la cultura Han) con los nombres debajo de los patrocinadores del evento: 北京大学文化资源研究中心 (Center of Cultural Resources, Peking University), 世界汉学研究中心 (World Center for China Studies) y 汉中文化旅游投资集团有限公司 (Hanzhong Cultural Tourism and Investment Group).
Al igual que el resto de los invitados, firmé el cartel con mi nombre en caracteres latinos y abajo en chino. Fue una emoción indescriptible, me sentí importante. ¡Parecía mentira!
Entonces nos sentamos en la sala de conferencias. A la derecha estaba la cabina de traducción simultánea, donde dos chicas chinas se encargaban de traducir al inglés lo que se decía. Había auriculares disponibles para oír la traducción al inglés de toda la conferencia.
Tras unos minutos, el organizador principal del evento, el gran Gong Pengcheng (龚鹏程), un conocido profesor de la Universidad de Beijing, con más de 140 publicaciones, dio un discurso sobre la cultura Han y su difusión en el mundo.
Tras su discurso, se sucedieron las intervenciones de los otros invitados de honor, todo en chino. El contenido era prácticamente el mismo y los temas principales fueron «la ruta de la seda del siglo XXI», «la lengua china depositaria de la cultura Han», «la mercantilización de la cultura Han», «la cultura Han en Asia», etc. Aunque no comprendí todo lo que dijeron, pude darme por satisfecho.
El primer día, el Simposio se prolongó hasta las 12. Después, nos hicimos una foto juntos y tuvo lugar el almuerzo, que duró hasta las 14. Retomamos el Simposio hasta las 15:30, con una pausa para el té y las pastas. Posteriormente se reanudó la conferencia hasta las 18, cuando cenamos y asistimos a representaciones teatrales clásicas.
Al día siguiente, el proceso fue el mismo, excepto que terminamos el Simposio a las 12:00. Hubo una preciosa ceremonia de clausura y nos llevaron a visitar la Biblioteca Nacional, donde un guía, junto con el profesor Gong Pengcheng, nos explicó muchos datos interesantes sobre diversos temas.
Además, tuve la suerte de conocer el director de la biblioteca, que nos entretuvo con información inédita sobre la historia de la biblioteca.
Debo decir que fue una experiencia única. Espero que mi historia te anime a no darte por vencido. ¡Las cosas buenas vienen cuando menos te lo esperas!
PD. Aquí encontrarás un artículo con la foto del evento.
Photo Credits: Peking University by SoQ錫濛譙