Cuando llegué por primera vez a China hace años, estaba decidido a aprender chino mandarín. En ese momento, tenía pocos recursos a mi disposición. Mi trabajo consistía en enseñar inglés como segunda lengua a estudiantes universitarios, por lo que estaba rodeado de gente que quería practicar inglés en lugar de hablar chino. No tenía dinero para apuntarme a clases o pagar a un profesor privado. Pese a todo, estaba decidido. Me hice con todo el material de aprendizaje que pude, pero me frustraba enseguida por mis lentos progresos.
Por aquel entonces vivía a 30 minutos en autobús de la ciudad de Nanjing. Había pasado el día en la ciudad y volvía a casa. Me puse los cascos para escuchar una clase de chino. Al rato, me di cuenta de que no sabía dónde estaba. Miré a mi alrededor y me dio un vuelco el corazón cuando me percaté de que me había subido al autobús equivocado.
Me bajé de inmediato y miré a mi alrededor. Nada me resultaba familiar. Molesto conmigo mismo, vagué sin rumbo, martirizándome por mi despiste. Poco después, el sol empezó a ponerse y supe que tenía que volver a casa. Decidí parar un taxi, pues no tenía ni idea de dónde estaba.
Pero cuando eché mano al bolsillo, me di cuenta de que no tenía suficiente dinero para pagar. Empecé a ponerme nervioso. Solo llevaba unas semanas en China, apenas conocía a ningún chino y no tenía dinero para volver a casa en taxi.
Tras un momento, el miedo se disipó y me di cuenta de que me enfrentaba a un reto: usar los recursos a mi disposición para encontrar el camino a casa. Saqué mi diccionario y pregunté lo mejor que pude a la gente a mi alrededor cómo llegar a donde quería ir.
Tras confundirme varias veces de dirección y tomar tres autobuses diferentes, llegué a la puerta del campus donde vivía. Fue un momento de triunfo.
Me sentí aliviado, pero sobre todo, emocionado porque había usado el chino para encontrar el camino a casa y había aprendido mucho en el proceso.
Me di cuenta de que si me veía en situaciones donde no tuviera más remedio que utilizar el chino, aprendería mucho más rápido. Desde ese día, me montaba en autobuses aleatorios, me bajaba y caminaba hasta que me perdía para luego encontrar el camino de vuelta a casa. Al hacerlo, no solo mejoraba mi chino, sino que ponía a prueba mi ingenio, conocía gente nueva y descubría sitios interesantes.
Esta experiencia me llevó a averiguar otras formas de aprender chino. Quería que fuera divertido y gratis, o al menos que el dinero que gastara mereciera la pena.
Aunque seguía estudiando en casa, tras varias horas de aprendizaje salía a probar lo que acababa de aprender. Descubrí que ambos aspectos iban de la mano. El estudio es necesario (y hay gran cantidad de recursos para aprender chino) pero es mediante el uso del idioma como se adquiere auténtica destreza. Los libros y la tecnología son útiles, sin duda, pero el objetivo del estudio es usar el idioma en la vida diaria.
Una de las mejores maneras de utilizar el idioma es hacerte amigo de (o salir o casarte con) alguien con quien puedas hablar chino. Pero la clave es pasar todo el tiempo posible en situaciones en las que debas usar el idioma. Y para no perder la motivación, ha de ser ser divertido y emocionante.
Así que, para los que viváis en China, además de perderos a posta en autobús, os dejo otras formas divertidas de mejorar rápidamente vuestro chino..
1. Practica Tai-chi con los lugareños
Si has estado alguna vez en un parque en China por la mañana temprano, te habrás encontrado sin duda con grupos de personas practicando tai-chi, la mayoría ancianos. Siempre me han invitado a unirme a ellos muy amablemente y es una oportunidad excelente para practicar chino, aprender algunas palabras y frases difíciles de asimilar en otra parte y hacer un poco de ejercicio matutino. Y como muchos de los ancianos suelen tener acentos más difíciles de entender, aumentará tu capacidad de comprensión auditiva.
2. Pasa tiempo con bebés
¿Te has fijado cómo le habla la gente a los bebés? Muy despacio, de manera sencilla y repitiéndose una y otra vez (“Qué lindo eres, ¿a que sí? ¡Sí, que lo eres! ¡Eres tan lindo!”). Es perfecto para alguien que esté aprendiendo el idioma. Así que rodéate de padres con bebés y presta atención a cómo le hablan a sus hijos. Te sorprenderá lo mucho que aprendes.
3. Relájate con niños
Es probable que un niño de cinco años no vaya a debatir la actual situación económica contigo. Y es fantástico porque no hay nada como hablar con alguien con mucho vocabulario para desanimarte si estás aprendiendo un idioma. Los niños usan un lenguaje más simple y jugar con ellos es una manera estupenda de aprender chino. Hazte amigo también de los padres para que sepan que tu intención es solo charlar y aprender.
4. Hazte amigo del dueño de una tienda
Tenía un amigo de Inglaterra que trabó amistad con el dueño de una tienda cerca de donde vivía. Lo dejaba sentarse en la puerta de la tienda a pasar el rato, por lo que tenía muchas ocasiones para hablar chino. También dedicaba parte de su tiempo a ayudar en la tienda. Es una forma genial de practicar chino con toda clase de personas.
5. Ve a que te hagan un masaje en los pies
Dependiendo de donde vivas, un masaje de pies puede ser más barato que un profesor privado. Siéntate, disfruta del masaje y empieza una conversación, usa el diccionario y mejora tu chino. Aunque no tengan formación como profesores, los masajistas de pies pueden enseñarte mucho del idioma. Y de paso disfrutas de un masaje.
6. Toma un taxi
¿Por qué no aprovechas la oportunidad de hablar chino cada vez que subas a un taxi? Casi siempre, los taxistas parecen muy interesados en hablar con extranjeros. Y lo mejor es que compartís espacio el tiempo que dura la carrera. Nadie puede escapar, así que ¡ponte a charlar! Otra ventaja es que aprenderás muy bien varias frases porque siempre suelen empezar preguntando lo mismo (¿De qué país eres? ¿Trabajas o das clases? ¿Cuánto cobras al mes? ¿Cuánto tiempo llevas en China?).
7. Prueba un poco de té
Cuando empecé a aprender chino, tenía muy poco dinero para gastar en taxis y masajes de pies, así que me iba a las teterías. Cada vez que entraba en una y hacía preguntas sobre los diferentes tipos de té, me ofrecían a probar varios. Terminé conociendo a los dueños y a los empleados y aprendí mucho sobre el té y la cultura del té en China. Siempre terminaba comprando un poco de té, que suele ser una auténtica ganga en China (dependiendo del tipo).
8. Practica deportes
Únete a un partido de baloncesto o acércate a los que juegan al bádminton. Involucrarte en la práctica de algún deporte hará que aprendas nuevas palabras y frases. Además, requiere que pienses y actúes con rapidez, mejorando tu comprensión auditiva y obligándote a practicar la respuesta rápida.
Conclusiones
Puede suponer un reto ponerte en situaciones en las que te veas forzado a hablar chino, pero he descubierto que es en esos momentos cuando la información que he estudiado se transforma en capacidad de uso. Así que, después de los libros (o los podcasts, o las clases online) sal a la calle y usa lo que has aprendido.
Explora, aventúrate y no tengas miedo a los errores, pues son nuestros mejores maestros. Ponte en situaciones en las que te veas obligado a usar el idioma y cada momento será un paso emocionante hacia el dominio del idioma.
Photo Credits: Local Bus Terminus Chang’an Town by Chris