En junio, se ha celebrado como cada año en toda China el famoso Gao Kao (高考).
Como ya sabrás, es un examen nacional anual que permite a los jóvenes estudiantes de secundaria matricularse y acceder a la universidad.
No quiero aburrirte demasiado con datos, cifras o métodos para calcular la nota final del examen.
De lo que quiero hablar es de cómo este examen afecta directamente a la vida de los jóvenes estudiantes que lo preparan y a la del resto de chinos.
Un examen de tal amplitud demográfica y organización está a años luz de distancia de aquello a lo que estamos acostumbrados en Occidente.
Breve historia del Gao Kao
El Gao Kao, cuyo nombre completo es 普通高等学校招生全国统一考试 (pu tong gao deng xue xiao zhao sheng quan guo tong yi kao shi), es un examen que se realiza cada año y que sirve para establecer en qué universidad puede matricularse un estudiante.
Este examen se instituyó en 1952, al poco de nacer el país (1949), a fin de controlar las matrículas en las universidades nacionales.
En 1966 fue oficialmente cancelado debido a la Revolución Cultural, pero fue restaurado en 1977, y desde entonces hasta hoy tiene lugar cada año.
Este examen es necesario porque en un país grande como China, hay muy pocas universidades buenas, muchas pasables y muchísimas malas.
Es obvio que todo estudiante aspira a asistir a una buena escuela, ya que ofrece más oportunidades para el futuro.
Si la matrícula de la universidad fuera libre, habría un problema de gestión, pues todos los estudiantes podrían inscribirse en esas dos o tres universidades de más nivel, dejando al resto con muy pocos miembros.
Algo así sería impensable, de ahí la necesidad de organizar este tipo de examen para mejorar la gestión de las matrículas.
El funcionamiento es muy simple, pero hay pequeñas diferencias de una región a otra en China.
Por ejemplo, en algunas regiones se pueden elegir las universidades a las que optar (por lo general entre cuatro y seis) tras haber alcanzado la puntuación necesaria, mientras que, en otras partes del país, la elección de las universidades se realiza antes de hacer el examen.
La duración del examen varía de una región a otra, pero por lo general se lleva a cabo en dos o tres días.
La realización de la prueba es muy simple, pero antes de explicarla, haré una breve introducción.
En Europa, por lo general la elección de un determinado tipo de escolarización no afecta a la matriculación en una universidad u otra: un niño o una niña que asistió, por ejemplo, a una escuela secundaria artística puede matricularse fácilmente en facultades como matemáticas o derecho.
En China, sin embargo, la situación es diferente. Ya en secundaria el alumno está obligado a elegir entre la rama científica o humanística.
Las materias del Gao Kao se establecerán según la elección hecha previamente y serán diferentes, tanto en tipo como en dificultad dependiendo de la elección de una de las dos ramas.
Hay tres materias de examen obligatorias para todos: chino, matemáticas y lengua extranjera (suele ser inglés).
Las restantes son en base a la rama (científica o humanística) a la que pertenezca.
La suma de la puntuación de los exámenes de cada materia permite la clasificación a nivel nacional y la asignación de la universidad elegida previamente.
Dado que esta prueba se ve como una oportunidad para lograr un buen trabajo y, en principio, un futuro tranquilo, hay previstos puntos adicionales para las minorías étnicas (China tiene un total de 56 grupos étnicos diferentes). De esta forma, se trata de aumentar las probabilidades de matrícula para quienes no pertenezcan a la etnia principal Han.
¿Cómo influye este examen en la vida de los jóvenes?
Esta infame prueba tiene una enorme influencia en la vida de los estudiantes y sus familias. En el pasado hablamos ya de la importancia de programar el propio recorrido vital para un joven chino.
Pues bien, el Gao Kao es una de las etapas más importantes de este viaje junto con el matrimonio y la búsqueda de empleo.
Desde niños se preparan de forma sistemática para hacer frente a ese importante obstáculo.
Hay una especie de «lavado de cerebro» por parte de padres y abuelos para preparar a los jóvenes chinos para que afronten con diligencia y seriedad este examen, sabiendo que su trabajo futuro dependerá de su resultado.
La preparación para este examen comienza antes de lo que podamos creer. Una joven pareja con expectativas de tener un hijo debe encontrar primero un hogar en una zona con buenas guarderías.
Esto se debe a que solo tras haber asistido a una buena guardería, el niño podrá ir a una buena escuela primaria. Y solo si asiste a una buena escuela primaria, el niño tendrá la preparación adecuada para asistir a una buena escuela media.
También se aplica a la escuela secundaria y a la universidad.
Esto se debe a que las escuelas chinas (en educación primaria) solo aceptan alumnos que residan en el distrito donde se encuentra la escuela.
De ello se desprende que, a fin de asistir a una escuela situada en el distrito de Jing An de Shanghai, el niño tendrá que residir en una casa en dicho distrito.
Teóricamente las mejores escuelas tienen mejores maestros y eso hace que los alumnos estén mejor preparados con vistas al Gao Kao y a su futuro.
El estrés, por tanto, no solo es cosa de los jóvenes estudiantes, sino también de sus padres, que, mucho antes de tener un hijo, tienen que mudarse para encontrar la mejor escuela y la mejor casa dependiendo de sus posibilidades económicas.
Encontrar casa se ha convertido en una preocupación importante para las parejas jóvenes y padres, sobre todo en ciudades como Beijing y Shanghai, donde los precios inmobiliarios se han disparado en los últimos años.
Todo esto se relaciona con la «programación» (que he mencionado en el artículo enlazado más arriba).
Encontrarás a muy pocos padres que no se preocupen por el futuro de la educación de sus hijos.
Los estudiantes, obviamente, sufren mucho estrés.
Para ser admitido en una guardería o escuela elemental de prestigio, los padres y el niño deben pasar una especie de entrevista con los futuros maestros.
Deben valorar si vale la pena admitir al niño en su escuela y el tipo de contribución que harán los padres a la misma.
Dos padres con un buen trabajo y una buena posición social tendrán más oportunidades de que su hijo sea admitido en la escuela elegida.
Los niños también han de demostrar su valía para que los admitan. Por ello, desde una edad temprana, sus padres fomentan que asistan a cursos de diversa índole.
Es normal encontrar niños de seis o siete años que tienen incluso más cosas que hacer que sus padres que trabajan. Además de la escuela, reciben clases de piano o de caligrafía y clases de refuerzo para mejorar en inglés o matemáticas.
De vuelta a casa por la tarde también deben estudiar para el día siguiente.
Todo esto se hace porque se cree (sobre todo los ancianos dentro de la familia) que todo ese esfuerzo es la única manera de lograr un buen trabajo y una buena vida.
La elevada población y la competencia resultante son razones válidas para pensar así, y aunque es cierto que muchos hombres de éxito no han estudiado en la universidad, también es cierto que la mayoría de las personas tiene capacidades similares.
Por esa razón se ven obligados a elegir la ruta más tradicional, sabiendo que hay que ser mejor que los demás con los que compartes el camino.
El estudio «loco y desesperado» continúa hasta el último año de la escuela secundaria.
Este es un año clave, pues el plan de estudios de la escuela secundaria termina en el segundo año. El tercer y último año de la escuela secundaria se dedica exclusivamente a la preparación del Gao Kao.
Cada día consiste en clases de recuperación, simulacros de examen, debates de distintos temas, etc.
No todo el mundo es capaz de soportar esta enorme cantidad de presión y estudio ni de aprobar el Gao Kao a la primera. Los que no lo consigan, permanecerán en una especie de limbo hasta que tengan éxito.
Y puede ser mucho tiempo, pues es un examen anual.
Quienes lo aprueben, tendrán por delante años universitarios muy relajados, sobre todo en comparación con los que han pasado para prepararse el examen.
¿Cómo influye este examen en la vida de los demás?
Hasta ahora he hablado de las cuestiones relativas a los estudiantes y sus padres, y siempre he dicho que para los jóvenes se trata de una etapa importante de sus vidas.
Pero, ¿cómo afecta todo esto a la vida de la comunidad en grandes ciudades como Shanghai o Beijing?
Partiremos de la relación más inmediata con los estudiantes, sus padres.
Iremos aumentando sucesivamente el círculo para ver cómo reacciona el país entero.
Ya hemos dicho que los padres tienen que hacer un gran trabajo de preparación con su hijo.
Casa en propiedad cerca de una buena escuela, dedicación y fuerza de voluntad para animar al hijo durante todos los años escolares y estar presentes en los momentos difíciles o de malestar.
Al ser un examen muy importante en el que los padres están muy involucrados emocionalmente, es normal acompañar al hijo al lugar donde se llevará a cabo.
Muchos padres se toman el día libre en la oficina para poder estar físicamente presentes el día del examen. Y la empresa casi nunca pone trabas.
Acompañan al hijo o hija a la escuela donde tiene lugar el examen y se quedan fuera durante toda la jornada, desde por la mañana hasta por la noche, todos los días que dura el examen.
Se preparan pancartas y carteles de ánimo, se pasan el día hablando y discutiendo el examen con otros padres y se quedan a las puertas de la escuela para que cuando acabe la prueba, sus hijos los vean de inmediato.
Es su manera de acompañarlos y apoyarlos en un momento de gran tensión emocional y cansancio.
Además de los padres y parientes, también están presentes otras personas del entorno que forman parte de la vida del estudiante de manera indirecta, como vecinos, conocidos o amigos.
Voy a contar un curioso episodio que le ocurrió a mi padre a finales de los años setenta.
Vivía con sus padres en un edificio de apartamentos en Shanghai y en el piso de arriba habitaba una familia que hacía ruido día y noche, provocando las protestas de todo el edificio.
Muchas veces fueron a quejarse, pero no había nada que hacer, pues era gente muy poco civilizada (chinos y años 70/80, una mezcla mortal).
Cuando llegó el momento de comenzar a prepararse para el examen, decidió ir a pedirle a los vecinos que hicieran menos ruido para poder concentrarse y preparar el Gao Kao.
Estos, al saber del examen, dejaron desde ese día de hacer ruido.
Este ejemplo sirve para comprender la importancia que tiene este examen en la comunidad.
Si ampliamos el círculo podemos ver otros ejemplos.
Como todos sabemos, a los chinos les gusta mucho usar el claxon cuando conducen.
Durante los días de exámenes y cerca de los lugares donde se lleva a cabo, se colocan señales en las intersecciones que prohíben su uso y se insta a disminuir la velocidad y los ruidos fuertes para evitar molestar a los estudiantes que realizan el examen.
Y todas las personas que se desplazan por la zona en coche u otros medios respetan estas indicaciones.
A nivel nacional, en Weibo (el Twitter chino) o la página de inicio Baidu, aparecen frases o imágenes de ánimo para los estudiantes, escritos por gente común y por famosos.
¿Existen vías alternativas?
La mayoría de la población china sigue el camino del Gao Kao. Sin embargo, han surgido alternativas cada vez más populares en los últimos años.
Quienes las siguen son principalmente familias con cierto bienestar económico que envían a sus hijos a estudiar al extranjero durante el último año de la secundaria.
La idea tras esto es muy simple. Las mejores universidades chinas a las que se puede aspirar a través del Gao Kao son muy inferiores a las mejores universidades a nivel mundial.
El sistema escolar chino prepara muy bien a los alumnos para llevar a cabo exámenes especialmente difíciles y complejos. Entonces ¿para qué estresar tanto a un hijo si luego ni siquiera tendrá la oportunidad de unirse a las mejores universidades del mundo?
Por ello, ¿no es mejor tener la misma (o menos) cantidad de estrés, pero contar con la oportunidad de entrar en universidades mucho más importantes y prestigiosas?
Y es entonces cuando los padres comienzan a considerar la posibilidad de enviar a su hijo al extranjero para que pueda hacer el examen de acceso a universidades mejores que las de China.
A veces ambos padres o solo uno de ellos se traslada con el hijo y vive con él en el extranjero durante la duración del curso escolar.
A nosotros los occidentales nos puede parecer ciencia ficción. Además, solo es posible para quienes tengan los medios económicos suficientes.
Pero los chinos son un pueblo pragmático, y si ven que vale la pena, es probable que sigan ese camino.
Más que como una apuesta, lo ven como una inversión en el futuro de sus hijos. En el fondo se trata de programar a largo plazo y comprometerse a llevarlo a cabo.
En un país con una enorme población como China, hay demasiada competencia y el estrés de los hijos es inevitable.
Los chinos no desean que sus hijos pasen toda la infancia y la adolescencia entre libros y saben bien que es un sistema erróneo.
Pero nadie tiene el valor de cuestionarlo a expensas del futuro de su hijo.
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