Tan pronto como aterrizamos y bajo del AirChina número 944, reconozco la mezcla acre entre la arena del desierto del Gobi y la contaminación de las fábricas que rodean la capital.
«Encantado de verte de nuevo Beijing», pienso.
Podría tomarme un taxi, pero en lugar de esto camino hasta el Airport Express que sé, sólo me va a costar 27 Kuai.
Una hora más tarde, estoy en la parada de metro de 魏公村 (Wèi Gōng Cūn).
Dos años habían pasado desde la última vez que estuve en el oeste de Beijing y admito que estoy un poco emocionado.
Subo las escaleras hasta la salida D, cruzo la calle tratando de no conseguir ser atropellado por un conductor de taxi al azar – me había olvidado cómo es el tráfico de Beijing – giro a la derecha y camino dirección oeste siguiendo la calle Wei Gong Cun, paso por delante del Wang Ba – un café Internet donde no se puede conseguir café – y la tienda de masajes con luz roja, con las chicas en ropa interior de color rosa que juegan con su teléfono o chequean una y otra vez su maquillaje mientras esperan los clientes.
Las pobres chicas, parecen siempre tan aburridas.
Luego giro a la derecha: He llegado a la 民族大学西路 (Mínzú Dàxué Xī lù), una pequeña calle que lleva el nombre de Mingzu Daxue, la Universidad de las Minorías Étnicas, sigo caminando y me doy cuenta de que ha abierto un nuevo restaurante japonés, mientras que el viejo supermercado que parecía sólo vender chanclas de plástico y mochos azules ha sido reemplazado por una reluciente tienda coreana que promete el mejor soju -bebida de Corea del Sur que sabe como Absolut Vodka con Seven Up- de la ciudad, aunque apuesto lo que sea que es el mismo soju se puede encontrar en cualquier rincón de 五道口 (Wǔdàokǒu), el barrio coreano ubicado a tres estaciones de metro al norte de aquí.
Por suerte, el málà tàng fànguǎnr, una pequeño restaurante que sólo sirve la sopa picante de Chongqing, y el Old Bike, el glorioso bar occidental donde solíamos beber demasiada Carlsberg, todavía están allí .
Ahora me siento mejor .
Qué lástima que no tengo tiempo para una cerveza, sería interesante descubrir cuantos de las antiguas camareras siguen trabajando allí y – más importante – ¡cuántas de ellas aún se acuerda de mí!
No puedo evitar notar el punto de recogida masiva de basura al lado de la entrada trasera de 北外 (Běiwài University) que genera noche y día un liquido grisáceo que huele a muerte y, justo al otro lado de la calle, uno de mis lugares favoritos. Estoy hablando del diminuto restaurante Lanzhou’s 拉面 (lāmiàn), donde una ancinatita de la provincia de Gansu cocina los únicos noodles (que son «lamian«) que pueden competir con un plato de espaguetis italianos..
Pero no hay tiempo para lamian hoy!
Sigo caminado hasta que encuentro al 西瓜 (xīguā) Man, como solíamos llamarlo (xigua significa sandia, nunca pusimos mucho esfuerzo en encontrar motes) y la barbacoa al aire libre, donde un hombre, que probablemente habla ئۇيغۇرچە (Uyghur) y proviene de Kashgar esta asando cordero y seguirá haciéndolo hasta las tres de la mañana.
En ese momento llamo a Sborto:
«Hola donde andan?»
«En casa!»
«Bien, ya voy llegando…»
Y abandono la Minzu Daxue Xi Road tan siquiera comerme un pincho de carne…
Photo Credits: Photos by Sapore di Cina
Me gusto mucho este post. Justo ahora me encuentro estudiando en beiwai. Increible como la primera vez que lei esto solo sonaba con venir a China, ahora que lo releo y que todas las cosas cerecanas son cotidianas tiene un enfoque muy diferente.
espero un dia que regrese poder recordar las cosas como son ahora y las anecdotas con mis companieros
Hola dawei, difruta de Beijing oeste y los alrededores de Beiwai una de mis zonas preferidas de la ciudad.