Cerca del delta del Río de las Perlas, escenario del mercado del opio
A principios del siglo XIX, China sigue siendo un país comercialmente cerrado. Los intentos de las potencias europeas para acceder al mercado chino han sido infructuosos en varias ocasiones. En pleno apogeo colonialista, la falta de acceso al mercado chino suena casi como una ofensa intolerable, así como un obstáculo para el progreso económico. La situación es aún más importante para los británicos, el país con más posesiones ultramar, que ven escapar un número ingente de compradores potenciales.
Respecto a las relaciones comerciales Inglaterra está experimentando con China una situación preocupante de balance negativo, ya que el aumento de la demanda de té chino no se corresponde con un aumento de demanda igual de productos británicos. Para remediar esta situación, se decide importar ilegalmente en el territorio chino, uno de los productos de la India, una colonia en pérdidas continuas, es decir el opio. El uso de este estupefaciente en China no es algo nuevo, pero los ingleses, en colaboración con los contrabandistas chinos, consiguen una penetración comercial notable que acaba por alarmar al emperador. De hecho, la dinastía Qing en un principio tolera la importación de opio, a través del cuál se beneficia de impuestos indirectos, y favorece la exportación de té. Sin embargo, muy pronto los británicos aumentan considerablemente el tamaño de sus operaciones.
Para resolver este problema, el emperador llama a uno de sus altos funcionarios: Lin Zexu. Hijo de un humilde miembro de la burocracia imperial. Zexu ya de muy chico había demostrado ser muy inteligente, y gracias a las directrices de su padre, se había formado en los clásicos confucianos. En 1804, a la edad de 19 años, consiguió superar el concurso para entrar en la administración pública y se convirtió en asesor del gobernador que administraba su provincia natal, Fujian. Muy rápidamente se hizo notar por su moralidad y celo en el desempeño de su labor, hasta que en 1811, superó el examen de admisión a la Academia Hanlin. Convirtiéndose en un administrador directo del emperador, encargándose también de tareas cada vez más importantes cómo regulador del agua, superintendente fiscal y juez en varias provincias.
En 1838 el emperador Daoguang otorga a Lin Zexu plenos poderes para combatir el contrabando de opio. Zexu va directamente a Guangzhou (Cantón), decidido a acabar con el comercio ilegal de los comerciantes ingleses. De el viaje de Beijing a Guangzhou el funcionario legó un vivido diario, que se ha conservado hasta ahora, en el describe las dificultades del viaje, el clima tropical que encontró a su llegada, así como las instrucciones recibidas por el emperador en el transcurso de diecinueve reuniones. Una vez llega a su destino, en marzo de 1839, el lugar se ha convertido en el epicentro del tráfico de opio. Lin Zexu hace arrestar a mil setecientos chinos implicados en narcotráfico y ordena la confiscación de cerca de setenta mil pipas de opio. Con los extranjeros adopta medidas menos drásticas ofreciendo la entrega de opio a cambio de una cantidad equivalente de té, pero los comerciantes británicos rechazan la propuesta.
En este punto Zexu se decanta por el uso fuerza y actuar directamente contra los comerciantes occidentales, confiscando alrededor de mil doscientas toneladas de opio, por valor de dos millones de libras, para posteriormente ser destruido. Durante más de un mes, decenas de hombres mezclan sal con opio para luego echarlo todo al mar. Cabe destacar que en el trascurso de esta operación, Lin Zexu compone una oda dedicada precisamente al mar para pedir disculpas por ser contaminado con el opio incautado, demostrando así claramente su mentalidad confuciana y la importancia del concepto de armonía del todo. Incluso hoy en día el trabajo de Lin Zexu es recordado, desde ese momento el 26 de junio es el Día Internacional, dedicado a él, es decir a la lucha contra el narcotráfico.
Zexu también escribe una hermosa carta a la Reina Victoria, pero la carta no es dada a conocer en Inglaterra hasta después del estallido de las hostilidades, en la carta pide a la Reina detener el tráfico ilegal de opio. En ella se ilustran las consecuencias sociales del consumo de opio, y también indica el comportamiento contradictorio de los británicos, ya que el uso del opio había sido prohibido en Inglaterra por una legislación muy estricta. La carta también aconseja a la reina buscar otras formas de comercio, dado que todo el opio incautado iba a ser destruido creando grandes pérdidas económicas a los británicos. Sin embargo, los intentos de Lin Zexu no surten efecto y la guerra estalla. Los británicos obligados a huir a Hong Kong (entonces poco más que un peñasco), ya que los portugueses de Macao, han sido advertidos por el gobierno chino de no dar refugio a los súbditos de su majestad .
Los chinos pierden la guerra, y Lin Zexu cae en desgracia, aunque sea principalmente debido al resentimiento de los funcionarios corruptos en Guangzhou, que en el opio habían encontrado una fuente importante de ingresos. El honesto funcionario es trasladado a la provincia de Gansu y después a Yunnan, dónde tiene que hacer frente a las rebeliones de los musulmanes locales, para finalmente morir en 1850 mientras esta de camino a encontrarse con el emperador, después de haber sido llamado a luchar contra la Rebelión Taiping.
Pero quizás lo más recordado de Lin Zexu es el hecho que en la carta dirigida a la reina Victoria hizo una amenaza expresa en bloquear las exportaciones de ruibarbo a Inglaterra. Sin darse cuenta de que los británicos ya habían empezado a cultivar esta planta, muy apreciada en China por sus propiedades medicinales y laxantes, de hecho Zexu quería crear un estreñimiento general que haría a los británicos ponderse de rodillas, obligándolos a retirarse de la guerra entonces ya inminente.
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